miércoles, 3 de noviembre de 2010
Lunes 1 de noviembre,pasé esa mañana recorriendo el cementerio de la Almudena en busca de sepulturas casi inexistentes de familiares de 1907 en adelante,tragando la caminata inmensa que eso supone y madrugando,siendo la más anticatólica que existe y estando totalmente desligada emocionalmente de mis raíces madrileñas por razones totalmente irrelevantes aquí y ahora, simplemente por cuestiones históricas del jefe,al que le apasiona nuestro árbol genealógico y piensa dejarlo todo por escrito como herencia,sumado a su búsqueda de historiales de ministerio en ministerio,me contó una y otra vez la historia de cada uno de los restos que reposaban en comuna familiar por cada una de las tumbas que tuvimos que buscar,al principio la idea me horrorizaba teniendo en cuenta lo que me gustan a mí los cementerios y más estando en uno que alberga aproximadamente 5 millones de almas desde sus inicios,imagina la gracia que me hacía a mí con el respeto que me dan esa clase de cosas.Me quedé un poco impresionada por algunas de las inscripciones de las lápidas pero se me quedó grabada una que decía"Cariñito nos vemos en el cielo" sonaba tan sumamente ñoña,inocente y a la vez tan dulce que traté de imaginar el dolor que debía esconder un momento así en la mente de una persona que pierde a su compañero de viaje.
De ahí en adelante mis ojos se paraban en distintas inscripciones y no quise imaginar si se me diera el caso,nunca había pensado sobre ello y sinceramente no estoy preparada para hacerlo, para dictar una frase de despedida,nunca estaré lista para despedirme de nadie a quien quiero,ni yo ni nadie supongo,pero tampoco es mi manera de hacer aunque no tenga muy claras mis ideas al respecto,no me gusta decir Adiós en ninguna situación.
El cementerio consta de varias zonas ya que se ha ido ampliando a lo largo de los años,algunas zonas eran de lápidas recientes y otras tenían más de 200 años y ya habían sido exhumadas, era una vista sobrecogedora ,ver la ascensión de tumbas de centenares de años destruidas,con sus grabados hechos pedazos y su memoria etérea dispersa en el aire,algunas lápidas contenían un cerco de forja y un portaretratos de los fallecidos,detalle que a mí modo resulta tremendamente macabro,por que es más fácil si no hay imagen, pasar y no implicarte mínimamente,levantar la vista y ya,no queda más que una huella volátil de quién estaba ahí,pero las fotografías en las tumbas se me fijan en la mente como un mal recuerdo, por que el poder de la imagen le da mayor presencia al alma ausente y eso me incomoda aunque no conozca a prácticamente ninguna de aquellas personas ni me una a ellas nada más que mi condición humana,no lo sé, solo sé que la muerte en sí me produce escalofríos,es un tema que llevo muy mal y en mayor medida cuando toca de cerca.
Un lunes en el que vi llantos en silencio,vi la dedicación de mujeres que barrían las hojas secas de los cipreses y adornaban las tumbas de sus familiares,vi a numerosas familias gitanas reunidas en lo que eran prácticamente mausoleos de flores,notorios con su toque personal en cada acto,mis prejuicios y yo observábamos la escena haciéndome pensar que cada uno vive la religión a su manera y aplica la leyes al gusto,como la sal,pero no era día de reproches ni de juicios,otros ni siquiera estaban.Las flores de los olvidados como las llaman descansaban en los maceteros inherentes al clima,pensé que igual era la falta de valor para volver pero es más triste verlas allí sin marchitarse que el hecho de que no haya nada en su lugar,supe que yo no sería de las que irían a esta clase de reencuentros,ni siquiera quiero acabar en un sitio así,pero qué más da el final si no vas a estar para contarlo.
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