miércoles, 15 de junio de 2011
Odio el olor a hospital, ese olor a aire rancio y moribundo,me pone realmente nerviosa, algo que se diluye tras una buena ducha pero que mientras te mantiene caliente el recuerdo de un apagón.
El piloto de la sala de rayos se mantenía itermitente,y yo allí sentada con todos sus efectos personales entre mis manos,pasados 15 minutos empecé a preguntarme si no sería demasiado tiempo allí dentro hasta para él,la sala de espera parecía más bien un habitáculo de recibimiento a una central nuclear.La necedad de los que allí trabajan me hizo comprender que ven su trabajo como simplemente eso y que mi sensibilidad olfativa y visual era algo totalmente incompatible con aquello,de lo que yo no era consciente es de que poseía esa incomodidad que con el tiempo se está agudizando más en mí,probablemente esa continencia sea necesaria,así como la sonrisa de desdramatización que te ponen al entrar en ese departamento para prevenir a tu mente y que enmascara cierta lástima,pura psicología,imagino que deben ver el cuerpo humano como un mero puzzle de piezas mecánicas que reajustar y no como yo lo veo,por eso siempre he sentido una gran inquietud al entrar en ese laberinto de pasillos y habitaciones y me he sentido tan impresionada por el aspecto físico del ser humano cuando se encuentra inmóvil, repleto de tubos,con un nivel en sangre de sedantes que anulan el conocimiento más allá de un pestañeo,mientras tú no eres capaz de articular palabra con cierta coherencia sin sentirte aturdida y agobiada al dejarle,más asombrada aún por sentirte así.
Héroes de vocación poseedores exclusivos de ese botón de OFF en su sensibilidad.
El piloto de la sala de rayos se mantenía itermitente,y yo allí sentada con todos sus efectos personales entre mis manos,pasados 15 minutos empecé a preguntarme si no sería demasiado tiempo allí dentro hasta para él,la sala de espera parecía más bien un habitáculo de recibimiento a una central nuclear.La necedad de los que allí trabajan me hizo comprender que ven su trabajo como simplemente eso y que mi sensibilidad olfativa y visual era algo totalmente incompatible con aquello,de lo que yo no era consciente es de que poseía esa incomodidad que con el tiempo se está agudizando más en mí,probablemente esa continencia sea necesaria,así como la sonrisa de desdramatización que te ponen al entrar en ese departamento para prevenir a tu mente y que enmascara cierta lástima,pura psicología,imagino que deben ver el cuerpo humano como un mero puzzle de piezas mecánicas que reajustar y no como yo lo veo,por eso siempre he sentido una gran inquietud al entrar en ese laberinto de pasillos y habitaciones y me he sentido tan impresionada por el aspecto físico del ser humano cuando se encuentra inmóvil, repleto de tubos,con un nivel en sangre de sedantes que anulan el conocimiento más allá de un pestañeo,mientras tú no eres capaz de articular palabra con cierta coherencia sin sentirte aturdida y agobiada al dejarle,más asombrada aún por sentirte así.
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Nada de colores... nada de sabores... nada de nada... solo eso, olor, ambiente de hospital... apatía, asepticidad, neutralidad... día a día... solo los últimos que citas son capaces de acostumbrarse... yo no podría y mira que este año me he tirado meses en el hospital... donde lo más importante parece ser tratado con "normalidad"...
ResponderEliminarsonrie!